Sección VI

El Peso de las Palabras

Lo Que Le Decimos a Nuestros Hijos Importa

Las palabras son poderosas. Pueden construir o destruir, sanar o herir, llenar de confianza o sembrar dudas.

Y cuando vienen de la boca de un padre o una madre, tienen un peso aún mayor.

Los niños no solo escuchan lo que les decimos. Lo sienten. Y, muchas veces, lo que les decimos se convierte en la voz con la que se hablarán a sí mismos cuando crezcan.

Por eso, es importante preguntarnos: ¿Qué mensajes estamos dejando en sus corazones con nuestras palabras?

Las palabras pueden marcar para siempre a un niño

Si cerramos los ojos y recordamos nuestra infancia, seguramente hay frases que quedaron grabadas en nuestra memoria. Algunas nos dieron fuerzas y nos hicieron sentir amados, mientras que otras, aunque dichas sin mala intención, nos hirieron de formas que tal vez aún llevamos dentro.

Un simple “Estoy orgulloso de ti” puede darle a un niño la seguridad de que es valioso tal como es.
Un “Nunca haces nada bien” puede hacer que, incluso de adulto, dude de sí mismo en cada paso que da.

Las palabras tienen el poder de quedarse en el corazón de un niño por toda la vida.

Las frases que pueden herir sin que nos demos cuenta

Muchas veces, los adultos dicen cosas sin intención de lastimar, pero los niños las interpretan de maneras distintas. Aquí algunos ejemplos de frases que pueden tener un impacto negativo:

"Eres tan flojo." → El niño no aprende disciplina, solo siente que no es suficiente.
"Siempre haces todo mal." → Se queda con la idea de que no vale la pena intentarlo.
"Deja de llorar, no es para tanto." → Aprende que sus emociones no son importantes.
"Mira a tu hermano, ¿por qué no puedes ser como él?" → Empieza a compararse y a dudar de su propio valor.

Las palabras que repetimos una y otra vez pueden volverse creencias en la mente de un niño. Y esas creencias moldean la manera en que se ven a sí mismos y al mundo.

Cómo expresarnos de manera más consciente

Hablar con amor no significa evitar poner límites o corregir. Significa hacerlo de una forma que construya, en lugar de destruir.

Aquí algunas formas de cambiar nuestras palabras para fortalecer la autoestima de nuestros hijos:

"Siempre haces un desastre."
"Sé que puedes hacerlo mejor, vamos a intentarlo juntos."

"Si sigues así, nadie te va a querer."
"El respeto es importante, ¿cómo podemos mejorar esto juntos?"

"Deja de llorar, no pasa nada."
"Entiendo que te sientas así, ¿quieres hablar sobre ello?"

Pequeños cambios en la forma en que nos expresamos pueden marcar una gran diferencia. Cuando los niños crecen sintiéndose comprendidos, amados y valorados, llevan esa seguridad con ellos a lo largo de su vida.

Nuestras palabras son su voz interna

Los niños aprenden a hablarse a sí mismos con las mismas palabras que escucharon de sus padres.

Si les hablamos con amor, aprenderán a amarse a sí mismos.
Si les hablamos con confianza, crecerán sintiendo que pueden lograr lo que se propongan.
Si les hablamos con respeto, aprenderán a respetarse y a respetar a los demás.

Así que antes de hablar, hagamos una pausa. Porque cada palabra que decimos puede convertirse en la voz con la que nuestros hijos se hablarán a sí mismos toda la vida.

Y si vamos a dejarles una voz interna, que sea una que los haga sentirse amados, valiosos y capaces de todo.

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teescucho@serns.org