ELEFANTE
Una Serpiente, Un abanico, una
Pared
Más allá de lo que vemos
A veces creemos que lo que vemos es la verdad.
Pero lo que vemos es solo un fragmento: lo que nuestra experiencia, nuestra historia y nuestras creencias nos permiten percibir.
Cada persona vive en su propio mapa. Y su mapa no es menos válido que el nuestro, solo es distinto.
Cuando olvidamos esto, juzgamos. Apuntamos con el dedo porque alguien piensa diferente, actúa distinto, ama de otra manera. Y al hacerlo, reducimos al otro a una sola parte de lo que es, igual que mirar una pintura entera desde un rincón y jurar que ya vimos todo el cuadro.
Una historia que lo explica mejor
Se dice que un grupo de hombres ciegos se encontró con un elefante.
Uno tocó la trompa y dijo: “es como una serpiente”.
Otro tocó la oreja y dijo: “no, es como un abanico”.
Otro puso la mano en el costado y aseguró: “es como una pared”.
Todos tenían razón en algo… y al mismo tiempo todos estaban equivocados. Ninguno tenía la visión completa.
Así vivimos nosotros. Proyectando nuestra porción de experiencia como si fuera la verdad absoluta.
¿Qué pasa cuando dejamos de juzgar?
La vida se suaviza.
Ya no necesitas tener la razón todo el tiempo.
Empiezas a ver que la realidad de alguien más no amenaza la tuya: simplemente convive.
Y cuando haces eso, aparece la empatía.
Te permites entrar, aunque sea un momento, en los zapatos del otro. Escuchar sin levantar murallas. Aceptar sin querer cambiar.
El no juicio no es neutralidad fría. Es comprensión. Es decir: “esa es tu verdad, y está bien. La mía es otra, y también está bien”.
Ahí nace un espacio donde las relaciones pesan menos y fluyen más. Donde puedes mirar la vida de otros sin sentir que necesitas corregirla.
Y ahí, curiosamente, descubres más paz en la tuya.
Elefante
Toda la verdad, no juicio.
PAZ MENTALMENTE PODEROSA
Pablo Serna
5/13/20242 min leer
