El humor

y el Arte de reírte de ti mismo.

Hace algunos años descubrí algo que, honestamente, me cambió la vida: la habilidad de reírme de mí mismo. De mis errores, de mis fallas, de mis descuidos… de todo eso que antes me hacía enojar o frustrarme. Al principio no fue fácil, sobre todo porque todavía no tenía tan domesticado al enojo. Pero con el tiempo se volvió algo más natural… y, para mi sorpresa, también más divertido.

Ahora disfruto esos momentos en los que la vida me lanza una escena absurda: salgo sin paraguas, me empapo, llego a casa con los zapatos mojados y me miro al espejo con cara de "¿en serio otra vez?". Y en lugar de quejarme… suelto una carcajada. Una que a veces crece tanto que me hace llorar. Literalmente. Y no de tristeza, sino de risa pura, honesta, de esa que te limpia por dentro.

Otras veces me pasa en cosas pequeñas. Como cuando me manché la playera con pintura porque alguien no cerró bien el frasco. Miré la mancha, me sorprendí... y me reí. Y lo mejor es que no fue una risa forzada para disimular el coraje, fue genuina. Me reí tanto que incluso me detuve a pensar: ¿Esto antes me habría molestado? ¿Cuánto tiempo llevo así? ¿Tres años ya?

Y sí, porque antes habría reaccionado mal. O peor aún: no habría dicho nada, pero habría guardado la molestia y luego explotado con cualquier cosa sin relación. No es que ahora no sienta emociones intensas, pero he aprendido algo que cambió mi relación con ellas: ya no me identifico con el enojo. No lo reprimo, simplemente ya no forma parte de mí de forma natural. Y eso es... increíble.

Tiene tanto sentido todo lo que he leído, sentido e integrado: cuando no te tomas las cosas como algo personal, cuando ves el lado divertido de los errores, y abrazas la aceptación, tu cuerpo también lo aprende. Deja de generar esa emoción de forma automática, porque ya no encaja con tu forma de vivir.

¿Y sabes qué? Si algún día surge enojo por algo nuevo, también está bien. Porque ninguna emoción es buena o mala. Solo son experiencias que vienen a mostrarnos algo.

Hoy, cuando me río de mí mismo, siento que esa risa aparece sola, como un instinto nuevo. Porque cuando cambiamos de perspectiva, también cambia la forma en la que experimentamos la vida. Y eso viene de adentro. No es que el mundo sea menos complicado… es que yo ya no lo veo con los mismos ojos.

¿Cómo empecé a reírme de mí? Bueno, creo que todo empezó cuando entendí que reírte de ti mismo te da algo muy valioso: poder y libertad. Y no cualquier libertad, sino una que te protege del juicio ajeno. Si te ríes de ti mismo, nadie más puede hacerlo en tu contra. Ya no tomas tan en serio lo que dicen los demás, y eso te da poder… pero no poder sobre ellos, sino sobre ti. Es como un escudo invisible que bloquea críticas, burlas y todo lo que no necesitas cargar.

Y hay algo más bonito: cuando aprendes a reírte de ti, también aprendes a tener compasión por los demás. Cuando ves a alguien tomándose todo demasiado en serio, reaccionando con enojo o tensión, puedes conectar con esa parte tuya que ya estuvo ahí. Y entonces en lugar de juzgar, entiendes. En lugar de criticar, respetas. Ves a la persona con amor, porque ya lo hiciste contigo primero. Y como bien dicen: no puedes dar lo que no tienes.

💬 Nota para ti que estás leyendo:

Tal vez no se trata de dejar de sentir, sino de dejar de resistir. No se trata de evitar emociones como el enojo, sino de no vivir esclavos de ellas. Y reírte de ti mismo… es una de las formas más bellas y humanas de empezar a liberarte.

¿Y tú? ¿Hace cuánto no te ríes de ti mismo? ¿Qué error reciente podrías transformar en humor y ligereza hoy?

Pero qué....

Una foto de Octubre 2024... Si, me pasó. Fue divertido

Beneficios de aprender a reírte de ti mismo

Reírte de ti mismo no es restarte valor. Al contrario, es una señal de madurez, confianza y autoconocimiento. Aquí algunos beneficios reales y profundos de practicarlo:

1. Te libera del perfeccionismo
Dejas de exigirte ser impecable todo el tiempo. Entiendes que equivocarte no te hace menos, solo más humano.

2. Disuelves el miedo al juicio ajeno
Si tú ya te reíste de tu error, el comentario del otro ya no tiene fuerza sobre ti. Ya lo sanaste desde dentro.

3. Refuerzas el amor propio
No necesitas defenderte ni justificarte. Aprendes a abrazarte, incluso cuando fallas o te equivocas.

4. Evitas acumular emociones negativas
La risa disuelve la tensión, evita la represión y previene explosiones emocionales. Es una forma de canalizar lo incómodo sin carga.

5. Ganas ligereza y presencia
Vivir no tiene que ser tan serio. La risa te regresa al presente, al momento donde todo está bien aunque haya errores.

6. Desarrollas empatía
Al reírte de tus errores, comprendes mejor los de los demás. Juzgas menos. Amas más.

Pequeño ejercicio para empezar hoy

Actividad:

  1. Antes de dormir, toma 5 minutos para recordar algo “torpe”, curioso o gracioso que te haya pasado durante el día (aunque en el momento no te haya hecho gracia).

  2. Escríbelo con todo el drama y humor posible. Usa exageraciones si quieres:
    “Hoy salí tan rápido que olvidé el desayuno… llegué como náufrago buscando café, mis ojos se cerraban con cara de zombi y el alma medio desconectada.”

  3. Luego escribe una línea como:
    “Me perdono. Me abrazo. Y me vuelvo a elegir con amor… aunque a veces sea un desastre.”

  4. Si te nace, compártelo con alguien.

El Humor

y el Arte de reírte de ti mismo.

PAZ MENTALMENTE PODEROSA

Pablo Serna

4/2/20254 min leer

¡Descubre la mejor versión de ti!

Suscríbete a nuestro newsletter y recibe consejos, mensajes inspiradores y tareas transformadoras. Tu evolución personal comienza aquí. ¡Únete ahora!